La siguiente presentación resume parte de las consideraciones biológicas a considerar en la determinación del plan de tratamiento y cómo la experiencia clínica influye en su elección y pronóstico.
Estoy muy de acuerdo con el tema de los sesgos en que uno como clínico incurre al seleccionar, tratar y pronosticar a un paciente. Creo que responsablemente, deberíamos tratar de reducirlos al mínimo, pues muchas veces no se originan sólo de la práctica clínica, si no que de "fuera", nuestra vida y vivencias personales.
Una de las cosas de las que me he dado cuenta el año pasado y este, es que como estudiantes nos cuesta muchísimo establecer un pronóstico acertado (y esto es transversal a la especialidad, caso, paciente, etc). Pronosticar nos es incluso más difícil que proponer un diagnóstico y plan de tratamiento, y supongo que la causa es principalmente la falta de experiencia. Por lo tanto, creo que en esta etapa y al menos los primeros años de práctica profesional, deberíamos ceñirnos a la odontología basada en la evidencia.
En mi caso, me cuesta hacer un pronóstico general, tomarle el peso a qué influye más para que pase de un pronóstico favorable a uno desfavorable, porque si bien uno hace el listado de las situaciones a favor y en contra del paciente, siempre existen las dudas, por ejemplo . Un paciente comprometido con el tratamiento ¿pesa más a que tenga una enfermedad periodontal generalizada severa? Y por otro lado, la evidencia me confunde un poco, ya que los estudios que encuentro no se relacionan con nuestra realidad chilena, por lo que creo la combinación evidencia- consulta especialista me orienta de mejor manera
Claramente los años y la experiencia ayudan a poder establecer un pronóstico "más acertado", al menos, para a partir de una situación clínica dada poder tener un constructo mental de qué esperar de acuerdo al caso y ser capaz de extrapolar lo basado en la evidencia
Al buscar alguna respuesta nosotros como alumnos buscamos en la evidencia pero personalmente la experiencia junto a la evidencia enriquece el conocimiento porque nos ayuda a desarrollar nuestro criterio clínico con una base y sentido común. Siento que si utilizamos bien ambas herramientas la probilidad de éxito del tratamiento es más alta
Si, es claro. Nuestra capacidad para entregar un pronóstico no es la más fina de todas. Cuando nos preguntan por pronóstico nos quedamos con las definiciones de Favorable, Desfavorable, reservado y malo; entendemos en que casos se aplica a cada definición pero carecemos de la experiencia para identificar esos casos en nuestros pacientes cuando nos reducimos a datos duros; 15 cigarrillos diarios, 3 años con diabetes, raíces divergentes pero cortas, etc. A partir de estos datos cuando tratamos de dar un prospecto en años de duración del tratamiento propuesto, la verdad es que no estamos a la altura del desafío que eso supone, a menos que como dice Maca intentemos basarnos en la evidencia.
Concuerdo con Gabriela, creo que solo ceñirnos a la odontología basada en la evidencia (OBE) no basta, como decía Carla incluso nos confunde y nos complica más que nos ayuda, la experiencia clínica de nuestros docentes juega un papel fundamental en nuestra formación como odontólogos, la cual se debe complementar con la OBE, a manera de generar una retroalimentación en nuestro aprendizaje y no solo funcionar como seres pasivos que reciben y copian información, sobre todo cuando formulamos planes de tratamiento.
Concuerdo con lo que dice Francisca, es importante al principios dejarnos guiar por la experiencia clínica de nuestros docentes junto con todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra carrera y hemos podido rescatar de la evidencia ya que muchas veces la línea que separa un buen pronóstico de uno no tan favorable es muy delgada y nuestro ojo clínico inexperto puede dejar pasar algunas cosas relevantes.
Estoy muy de acuerdo con el tema de los sesgos en que uno como clínico incurre al seleccionar, tratar y pronosticar a un paciente. Creo que responsablemente, deberíamos tratar de reducirlos al mínimo, pues muchas veces no se originan sólo de la práctica clínica, si no que de "fuera", nuestra vida y vivencias personales.
ResponderEliminarUna de las cosas de las que me he dado cuenta el año pasado y este, es que como estudiantes nos cuesta muchísimo establecer un pronóstico acertado (y esto es transversal a la especialidad, caso, paciente, etc). Pronosticar nos es incluso más difícil que proponer un diagnóstico y plan de tratamiento, y supongo que la causa es principalmente la falta de experiencia. Por lo tanto, creo que en esta etapa y al menos los primeros años de práctica profesional, deberíamos ceñirnos a la odontología basada en la evidencia.
En mi caso, me cuesta hacer un pronóstico general, tomarle el peso a qué influye más para que pase de un pronóstico favorable a uno desfavorable, porque si bien uno hace el listado de las situaciones a favor y en contra del paciente, siempre existen las dudas, por ejemplo . Un paciente comprometido con el tratamiento ¿pesa más a que tenga una enfermedad periodontal generalizada severa?
ResponderEliminarY por otro lado, la evidencia me confunde un poco, ya que los estudios que encuentro no se relacionan con nuestra realidad chilena, por lo que creo la combinación evidencia- consulta especialista me orienta de mejor manera
Claramente los años y la experiencia ayudan a poder establecer un pronóstico "más acertado", al menos, para a partir de una situación clínica dada poder tener un constructo mental de qué esperar de acuerdo al caso y ser capaz de extrapolar lo basado en la evidencia
ResponderEliminarAl buscar alguna respuesta nosotros como alumnos buscamos en la evidencia pero personalmente la experiencia junto a la evidencia enriquece el conocimiento porque nos ayuda a desarrollar nuestro criterio clínico con una base y sentido común. Siento que si utilizamos bien ambas herramientas la probilidad de éxito del tratamiento es más alta
ResponderEliminarSi, es claro. Nuestra capacidad para entregar un pronóstico no es la más fina de todas. Cuando nos preguntan por pronóstico nos quedamos con las definiciones de Favorable, Desfavorable, reservado y malo; entendemos en que casos se aplica a cada definición pero carecemos de la experiencia para identificar esos casos en nuestros pacientes cuando nos reducimos a datos duros; 15 cigarrillos diarios, 3 años con diabetes, raíces divergentes pero cortas, etc. A partir de estos datos cuando tratamos de dar un prospecto en años de duración del tratamiento propuesto, la verdad es que no estamos a la altura del desafío que eso supone, a menos que como dice Maca intentemos basarnos en la evidencia.
ResponderEliminarConcuerdo con Gabriela, creo que solo ceñirnos a la odontología basada en la evidencia (OBE) no basta, como decía Carla incluso nos confunde y nos complica más que nos ayuda, la experiencia clínica de nuestros docentes juega un papel fundamental en nuestra formación como odontólogos, la cual se debe complementar con la OBE, a manera de generar una retroalimentación en nuestro aprendizaje y no solo funcionar como seres pasivos que reciben y copian información, sobre todo cuando formulamos planes de tratamiento.
ResponderEliminarConcuerdo con lo que dice Francisca, es importante al principios dejarnos guiar por la experiencia clínica de nuestros docentes junto con todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra carrera y hemos podido rescatar de la evidencia ya que muchas veces la línea que separa un buen pronóstico de uno no tan favorable es muy delgada y nuestro ojo clínico inexperto puede dejar pasar algunas cosas relevantes.
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